domingo, 30 de noviembre de 2014

Dedicado a todos aquellos/as "locos/as" que persiguen quimeras a través del arte



martes, 25 de noviembre de 2014

Sueños y corazón



”El muchacho continuó escuchando a su corazón mientras avanzaban por el desierto…
… “los corazones de hombre son así. Tienen miedo de realizar sus mayores sueños porque consideran que no los merecen, o no van a conseguirlos. Nosotros, los corazones, nos morimos de miedo sólo de pensar en los amores que partieron para siempre, en los momentos que podrían haber sido buenos y no lo fueron, en los tesoros que podrían haber sido descubiertos y se quedaron para siempre escondidos en la arena. Porque cuando esto sucede, terminamos sufriendo mucho”.
- Mi corazón tiene miedo de sufrir – dijo el muchacho al Alquimista, una noche en que miraban al cielo sin luna.
- Explícale que el miedo a sufrir es peor que el propio sufrimiento. Y que ningún corazón jamás sufrió cuando fue en busca de sus sueños, porque cada momento de búsqueda es un encuentro con Dios y con la Eternidad.
   “Cada momento de búsqueda es un momento de encuentro – dijo el muchacho a su corazón -.Mientras busqué mi tesoro, todos mis días fueron luminosos, porque yo sabía que cada momento formaba parte del sueño de encontrar. Mientras busqué este tesoro mío, descubrí por el camino cosas que jamás habría soñado encontrar, si no hubiese tenido el valor de intentar cosas imposibles”…
- Cada hombre sobre la faz de la tierra tiene un tesoro que lo está esperando – le explicó el corazón. Nosotros, los corazones, acostumbramos hablar poco de esos tesoros, porque los hombres ya no tienen interés en encontrarlos. Sólo hablamos de ellos a los niños. Después dejamos que la vida encamine a cada uno hacia su destino. Pero, desgraciadamente, pocos siguen el camino que les ha sido trazado, y que es el camino de la Leyenda Personal y de la felicidad. Consideran el mundo como algo amenazador. Entonces, nosotros, los corazones, vamos hablando cada vez más bajo, pero no nos callamos nunca…
- ¿Por qué los corazones no explican a los hombres que deben continuar siguiendo sus sueños? -  preguntó el muchacho al Alquimista.
- Porque, en este caso, el corazón es el que sufre más. Y a los corazones no les gusta sufrir.
   A partir de aquel día, el muchacho entendió a su corazón. Le pidió que nunca más lo abandonara. Le pidió que, cuando estuviera lejos de sus sueños, el corazón se apretase en su pecho y diese la señal de alarma. Y le juró que siempre que escuchase esta señal, también lo seguiría…


                                               “EL ALQUIMISTA” – Paulo Coelho

lunes, 24 de noviembre de 2014

Hace hoy 150 años nacía el mejor cronista del París bohemio de finales del XIX, un pequeño gran artista...
Su nombre y apellidos eran más grandes que su cuerpo. Henri Marie Raymond de Toulouse-Lautrec apenas medía metro y medio, pero cada centímetro de su diminuta y deforme anatomía era puro genio. Nadie como él supo retratar el París bohemio de finales del XIX: sus cafés, teatros, cabarets, burdeles...
Sus primeros pasos los dio en la localidad francesa de Albi en el seno de una familia aristócrata. Sus padres, el conde Alphonse de Toulouse-Lautrec-Montfa y Adèle Tapié de Celeyran, eran primos hermanos.
Una anomalía congénita impedía que los huesos de Henri crecieran con normalidad. A ello se sumarían dos fracturas en los fémures de ambas piernas entre 1878 y 1879. Es así que sus piernas dejaron de crecer.
En 1881 Toulouse-Lautrec se traslada a París, dispuesto a triunfar como pintor. Se forma en el estudio de Léon Bonnat, primero, y en el de Ferdinand Cormon, más tarde. Allí conocería a Vincent van Gogh.
Fue Degas el pintor que más le influiría –se aprecia, por ejemplo, en su afición por retratar carreras de caballos–, pero nunca le sedujo el impresionismo. El paisaje que más le interesaba era el de París la nuit.
Otra de sus grandes pasiones fue la estampa japonesa, cuya huella es muy evidente en su trabajo. Sus litografías y carteles publicitarios son los que más fama le dieron.

Montmartre era una fiesta:

Fue, desde 1884, uno de los vecinos más célebres de Montmartre. Allí coincidieron muchos de los grandes del arte, entre ellos Picasso (podría decirse que en el Bateau-Lavoir nació la pintura moderna, con «Las señoritas de Aviñón»).
Los lugares de trabajo habituales de Toulouse-Lautrec fueron el Moulin Rouge  del que era uno de sus mejores clientes, el Mirliton, el Moulin de la Galette o Le Chat Noir. Hizo muchos carteles de estos locales para promocionar sus espectáculos. Conoció y retrató a empresarios, cantantes, bailarinas, actrices, vedettes.
Una de sus modelos fue Yvette Guilbert (con sus inseparables guantes largos negros). En sus retratos la envejecía, la deformaba. La actriz llegó a escribir al pintor: «¡Por amor de Dios, no me haga tan atrozmente fea!».
También posaron para él Jane Avril, May Belfort, Louise Weber (artísticamente, La Goulue), Jacques Renaudin (más conocido como Valentín «el deshuesado»), Cha-U-Kao, estrella del circo.
Retrató a Aristide Bruant, cantante y dueño del Mirliton, Lo hizo con capa y sombrero negros y una bufanda roja al cuello en una de sus más célebres litografías.
El Mirliton fue uno de los locales más populares de Montmartre, donde Toulouse-Lautrec llegó a exponer sus obras. 
Oscar Wilde fue otro de sus retratados. Le encargó que ilustrara el programa de mano del estreno en París de su obra de teatro «Salomé».
Toulouse-Lautrec era un habitual de los prostíbulos parisinos: las chicas que trabajaban en ellos solían posar para él mientras se bañaban, se vestían o desvestían. Las amantes y prostitutas se sucedían en su vida. Una de ellas fue Suzanne Valadon, artista y modelo de buena parte de los artistas del Montmartre de la época.
Completamente alcoholizado –se refugiaba en la absenta para olvidar sus sufrimientos– y, tras varios internaciones en clínicas a causa de la sífilis, de sus neurosis e incluso de un intento de suicidio, Toulouse-Lautrec murió prematuramente, a los 37 años, en 1901. Su madre, la condesa Adèle de Toulouse-Lautrec, quiso perpetuar la memoria de su hijo en su ciudad natal dedicándole un museo con su nombre.

El 30 de julio de 1922 se inauguraba la Galería Toulouse-Lautrec en el Palacio de la Berbie (siglo XIII) de Albi. Allí se atesora la colección más importante de este artista. Más de mil obras, entre cuadros, litografías, dibujos y estudios preparatorios, carteles... El cine le inmortalizó en varias ocasiones. La última, en el «Moulin Rouge», de Baz Luhrmann, el artista fue interpretado por John Leguizamo.

domingo, 23 de noviembre de 2014

sábado, 22 de noviembre de 2014

El hombre de la mancha

Cada hombre es un artista...





Cada hombre es un artista. En cada hombre existe una facultad creadora virtual. Esto no quiere decir que cada hombre sea un pintor o un escultor, sino que existe una creatividad latente en todas las esferas del trabajo humano" 
JOSEPH BEUYS

lunes, 17 de noviembre de 2014

Defensores de Artes y Sueños (D.A.S.)

Inspirada en la iniciativa de Benito Quinquela Martín, en el 2010 se gesta en mi mente esta "loca" idea: D.A.S. 
Recién ahora me animo a compartirla con otros (más vale tarde...)
No es una Orden ni una fundación, ni una cofradía ni nada que se ajuste a lo convencional. Simplemente, aquellos que crean que vale la pena defender con pasión auténtica al Arte (en cualquiera de sus manifestaciones) y a los Sueños que parten del corazón y toman forma en nuestra mente (los delirantes, los postergados, los casi renunciados, los utópicos, etc., etc., etc.), súmense a esta cruzada.
Tanto en el Arte como en la realización de los sueños, hay un acto de entrega, por eso, si bien la sigla está formada por las letras de las tres palabras esenciales (defensores, arte, sueños), no fue elegida arbitrariamente.
Para los que sientan curiosidad, aquí les adjunto algo de información y próximamente nos estamos comunicando nuevamente.

La Orden del Tornillo
Desaparecida la Peña del Tortoni, el grupo de artistas e intelectuales que allí se daban cita, comenzaron a hacerlo en el Atellier de Quinquela, de la Vuelta de Rocha. Así fue como todos los domingos se reunían en ese lugar. 
En cierta oportunidad el ceramista y amigo de Quinquela, Lucio Rodríguez, llamado el poeta de las pátinas, le propuso una idea jocosa, divertida y fuera de lo común. Consideró que los locos debían ser merecedores de honores y agasajos. 
Estos dos amigos, llamaron locos a aquellas personas cultoras de la verdad, del bien, y de la belleza de espíritu. Quinquela decía que esa gente, tan especial, tan creativa, que hacía bien a la humanidad, estaba un poco loca, que les faltaba un tornillo. Entonces decide fundar esta orden en la cual él les entregaba un tornillo, el tornillo que les faltaba. 
Así nació en 1948 La orden del Tornillo eligiéndose a Quinquela Gran maestre de la Orden. Éste organizaba encuentros en su casa y hacia toda una celebración donde comían fideos de colores. Luciendo un uniforme de gran maestre, con abundancia de jalones y ornaldo de simbólicos tornillos, entregaba a los nuevos miembros de la Orden el diploma que los acreditaba como tales. 
Colocaba con aparente solemnidad la preciada condecoración, consistente en un gran tornillo dorado, que pendía de un cordón de color. También hacía dar unas vueltas al homenajeado y con un bastón lo golpeaba en el hombro mientras le decía: «bueno, ya estas atornillado, ¡pero no te lo ajusté mucho porque eso no es bueno!. Les sugería que lo mantuviesen siempre un poco flojo para conservar esa locura luminosa que tenían. Añadía además que era justamente esa locura lo que los hacía especiales.
Alrededor de trescientas, fueron las personas a las que Quinquela les rindió homenaje a lo largo de esos encuentros. Todos se destacaron por su bonomía espiritual y dejaron de lado el cargo o jerarquía que dentro de la sociedad ocupaban (podían ser  artistas, embajadores, benefactores, músicos, periodistas o poetas). 
El primer atornillado fue Luis César Amadori, uno de los cineastas clásicos argentinos. En el año 1966 le entrega la orden del tornillo a Charles Chaplin y la recibe Geraldine, su hija. Después atornilla a Mariano Mores, Tita Merello, Lola Membrives, Luis Sandrini y Alberto Ginastera, entre otros grandes. También hay pintores como Gramajo Gutiérrez o músicos como Carlos Guastavino.
Quinquela trata de armar un mapa de identidad nacional, no eran solo artistas de  La Boca. Distinguió a Lacámera, a Soldi, a Pettinato (que era el director de la penitenciaria modelo que se encontraba en la actual plaza Las Heras) y a otros personajes que tenían lazos políticos, o personajes como Vito Dumas, el navegante solitario.