”El muchacho continuó
escuchando a su corazón mientras avanzaban por el desierto…
… “los corazones de hombre
son así. Tienen miedo de realizar sus mayores sueños porque consideran que no
los merecen, o no van a conseguirlos. Nosotros, los corazones, nos morimos de
miedo sólo de pensar en los amores que partieron para siempre, en los momentos
que podrían haber sido buenos y no lo fueron, en los tesoros que podrían haber
sido descubiertos y se quedaron para siempre escondidos en la arena. Porque
cuando esto sucede, terminamos sufriendo mucho”.
- Mi corazón tiene miedo de
sufrir – dijo el muchacho al Alquimista, una noche en que miraban al cielo sin
luna.
- Explícale que el miedo a
sufrir es peor que el propio sufrimiento. Y que ningún corazón jamás sufrió
cuando fue en busca de sus sueños, porque cada momento de búsqueda es un
encuentro con Dios y con la Eternidad.
“Cada momento de búsqueda es un momento de
encuentro – dijo el muchacho a su corazón -.Mientras busqué mi tesoro, todos
mis días fueron luminosos, porque yo sabía que cada momento formaba parte del
sueño de encontrar. Mientras busqué este tesoro mío, descubrí por el camino
cosas que jamás habría soñado encontrar, si no hubiese tenido el valor de
intentar cosas imposibles”…
- Cada hombre sobre la faz
de la tierra tiene un tesoro que lo está esperando – le explicó el corazón.
Nosotros, los corazones, acostumbramos hablar poco de esos tesoros, porque los
hombres ya no tienen interés en encontrarlos. Sólo hablamos de ellos a los
niños. Después dejamos que la vida encamine a cada uno hacia su destino. Pero,
desgraciadamente, pocos siguen el camino que les ha sido trazado, y que es el
camino de la Leyenda Personal y de la felicidad. Consideran el mundo como algo
amenazador. Entonces, nosotros, los corazones, vamos hablando cada vez más
bajo, pero no nos callamos nunca…
- ¿Por qué los corazones no
explican a los hombres que deben continuar siguiendo sus sueños? - preguntó el muchacho al Alquimista.
- Porque, en este caso, el
corazón es el que sufre más. Y a los corazones no les gusta sufrir.
A partir de aquel día, el muchacho entendió
a su corazón. Le pidió que nunca más lo abandonara. Le pidió que, cuando
estuviera lejos de sus sueños, el corazón se apretase en su pecho y diese la
señal de alarma. Y le juró que siempre que escuchase esta señal, también lo
seguiría…
“EL ALQUIMISTA” – Paulo Coelho
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